Hola chic@s!
Hoy me he levantado reivindicativo, y voy a escribir una entrada sobre algo que quiero destacar por encima de todo: el trabajo del profesor.
Veréis, algunos llevamos unos cuantos años dedicándonos al noble arte de enseñar, y entiendo que la gran mayoría con la vocación por bandera y con el amor y el cariño de poder hacer las cosas mejor cada día.
Los profesores tenemos que escuchar comentarios constantes sobre nuestro trabajo, críticas feroces por cosas que normalmente intentamos hacer con toda la buena fe posible, y en menor medida alabanzas por un trabajo bien hecho que pocas veces se nos reconoce. No pedimos aplausos, ni vítores, simplemente hacemos nuestro trabajo. El profesor es ese acompañante silencioso que te da la mano durante un tramo del camino para que no te caigas, y no te empuja al precipicio cuando estás al borde. El profesor siempre está ahí, para enseñar, para apoyar y sobre todo para hacer crecer como personas a sus alumnos.
Me hace muchísima gracia cuando escucho frases del tipo "qué bien viven los profesores", o "sois los que mejor vivís", o "no hay como ser profesor". Detrás de esas afirmaciones absurdas, hay un desconocimiento generalizado de muchas cosas:
-Un profesor se ha pasado muchos años en la universidad aprendiendo. Sudando porque en la misma semana tenía doscientos exámenes que preparar y quinientos trabajos que entregar. Noches sin dormir preparando una asignatura cruzada. Miles de horas sentado en un escritorio fabricándose sus propios apuntes, porque en la universidad, después de las clases, te dicen "hasta luego, Maricarmen". Infinidad de horas pensando en un futuro incierto, que vas vislumbrando a medida que vas solventando obstáculos.
-Un profesor es una persona. Como persona que es, se equivoca, tiene miedos, sufre, se emociona, aprende, llora, tiene mal día (o buen día), se enferma, se alegra. Los profesores no nacemos con superpoderes ni tenemos el poder de la clarividencia para averiguar el futuro de nuestros alumnos. Igual que los padres, a veces erramos, y otras veces acertamos. Pero ¿quién tiene un libro de instrucciones para hacer las cosas correctamente? Yo creo que nadie.
-Un profesor no se limita a su trabajo en el aula. Un profesor se lleva trabajo para casa. Corrige cientos de exámenes. Se lee detenidamente el trabajo de sus alumnos porque sabe que de esa corrección saldrá algo bueno. Se pasa horas preparando material para que los alumnos puedan llevarse a casa un buen sabor de boca, y por lo menos hayan aprendido algo bueno. Se devana los sesos para encontrar el camino más adecuado por el que guiar a sus alumnos. Un profesor se pasa horas hablando con la esperanza de que por lo menos, haya alguien que le escuche.
-Un profesor quiere lo mejor, siempre lo mejor para todos, porque un profesor también va aprendiendo a medida que sus alumnos aprenden. Un profesor crece a medida que sus alumnos van creciendo. Un profesor se emociona cuando sus alumnos se superan. Un profesor se frustra cuando, después de tantas horas de trabajo, sus alumnos no valoran su trabajo. Un profesor nace, no se hace. Pero aun así, los profesores decidimos seguir haciéndonos cada día, con la esperanza de que nuestros alumnos, encuentren el cobijo necesario donde poder guarecerse hasta encontrar el camino correcto que les lleve a ser personas de provecho el día de mañana.
Así que, desde aquí quería homenajear a todos esos profesores que consiguieron poner su granito de arena para ayudarme a ser lo que soy, y por supuesto a todos esos profesores (sobre todo mis compañeros del Santa Cristina) que como yo, nos levantamos cada mañana con la intención de que vayáis metiendo en vuestra propia mochila, cosas útiles que os sirvan como arma y herramienta con las que defenderos en la guerra de la vida. Todo pasa por algo y de todo se puede obtener una enseñanza.
Buen día a tod@s!
PD: Espero vuestras fotos para el concurso!!!!!!